medieval.org
Hispavox HHS 1 (LP)
Erato STU 70 694 G.U. (LP)
1968
1990: Hispavox CDM 7 63 591-2 (CD)
Gonzalo Menéndez-Pidal.
Nuestro
propósito ha sido reproducir la música española de otras épocas con la
mayor autenticidad. Significa esto un raro intento, casi inédito hasta
ahora en el campo discográfico, en varias direcciones distintas:
selección documental del repertorio; elección —o realización en su
defecto— de transcripciones de garantía, compulsando, cuando ha sido
posible, los manuscritos originales; empleo, o fabricación en muchos
casos, de los instrumentos genuinos para producir el sonido real
exigible; recomposición de las formas interpretativas; adiestramiento de
intérpretes, para obtener una ejecución adecuada en cuanto a estilo, y
situación sonora y marco acústico adecuados. En todos estos aspectos tan
dispares y difíciles, el oyente puede estar seguro de encontrar la
verdad más pura y efectiva que el estado actual de nuestros estudios
paleográficos, musicológicos y técnicos puede permitir. Todo esto quiere
decir que la Colección de Música Antigua Española no es sólo un
programa artístico, más o menos coherente y afortunado. Con ser esto muy
importante, hay además aquí un riguroso y esforzado salto a través de
los siglos bajo el postulado escrupuloso de reconstruir, de una manera
que yo llamaría «rediviva», el importante latido del pasado musical de
España. ROBERTO PLA
Agradecimiento:
Translation by Martha Litchman
A
1 - (7.29)
I. Porque trobar [3.06]
Prólogo —
barítono
II. Des oge [1.26]
CSM 1 —
instrumental
III. Virga de Jesse [2.52]
CSM 20 —
tenor y coro
2 - (6.14)
I. Nas mentes [1.11]
CSM 29 —
instrumental
II. Deus te salve [3.19]
CSM 40 —
barítono
III. Fazer pode [1.40]
CSM 118 —
tenor y coro
3 - (5.09 )
I. ¡Ay, Santa Maria! [1.05]
CSM 79 —
coro de niños
II. Por muy gran fremosura [2.40]
CSM 384 —
barítono y coro
III. En Santa Maria [1.23]
CSM 216 —
instrumental
4 - (6.00)
I. Santa Maria, strela do dia [2.49]
CSM 100 —
coro de niños con solista
II. Como poden per sas culpas [1.29]
CSM 166 —
tenor y barítono
III. Non sofre Santa Maria [1.15]
CSM 159 —
instrumental
B
1 - (5.50)
I. Nenbre-sse-te [2.39]
CSM 421 (11-I) —
coro de niños “a capella” con solista
II. A madre de Jhesu Cristo [1.24]
CSM 302 —
instrumental
III. De muitas guisas [1.44]
CSM 58 —
coro de niños con solista
2 - (4.12)
I. Quen a omagen [1.54]
CSM 353 —
instrumental
II. Pagar ben [1.08]
CSM 25 —
tenor
III. Ben sab' [1.10]
CSM 179 —
instrumental
3 - (6.00)
I. Pois que dos Reys [1.38]
CSM 424 (2-II) —
tenor
II. Quen ouver [1.40]
CSM 222 —
instrumental
III. Santa Maria [2.40]
CSM 320 —
tenor y coro
4 - (8.42)
I. Santa Maria, valed' [2.59]
CSM 279 —
barítono
II. Sen calar [2.27]
CSM 380 —
barítono y coro “a capella”
III. Petiçon [3.06]
CSM 401 —
tenor
Hispavox CDM 7 63 591-2:
Solistas:
Jenz Uwe Eggers, tenor
Laurentino Saenz de Buruaga, OSB, tenor B, 3-I
Jose Luis Ochoa de Olza, barítono
Capella Musical y “Escolanía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos”
Fray Luis Lozano, OSB
Atrium Musicae
Gregorio Paniagua
Cristina Garcia, órgano positivo, regalía, flautas
Gregorio Paniagua, rabel, viola tenor, chirimía, cítola
Marcial Moreiras, fídula, viola discanto, rebec
Carlos Paniagua, zanfona, flautas
Mariano Martin, flautas de pico, flauta travesera
Eugenio Urbina, laúd
Carmen Paniagua, psalterio, arpa gótica, canún
Ana Barat, vihuela de mano
Javier Coello, guitarra morisca,
Eduardo Paniagua, campanil, instrumentos de percusión
Jose Luis Ochoa de Olza
director
En
Toledo, ciudad cargada de una gran tradición cultural, nació en 1221
Alfonso, al que más tarde llamaron el Sabio. Desde muy niño oyó hablar
de como la reconquista iba avanzando por tierras extremeñas y andaluzas;
luego llegaron las nuevas del gran avance aragonés por Levante y
Baleares. Tiene el infante Alfonso diez años cuando muere su madre y
comienzan a proyectarse matrimonios sobre su persona. A los diecisiete
años, toma ya parte activa en las campañas militares. A los veinte,
hallándose enfermo el rey su padre, dirige una campaña político-militar
con la que avasalla el reino moro de Murcia. Luego al lado del rey,
participará en la conquista de Sevilla.
Pero entonces ya Alfonso
se interesaba por cuestiones bien diversas. En su torno había reunido un
grupo de colaboradores, qué trabajaban por hacer asequibles a los
cristianos los tesoros de la cultura islámica: literatura, ciencia,
historia...
En 1252 Alfonso es coronado rey. A partir de ese año,
el número de sus colaboradores aumentará notablemente; entre ellos se
cuentan cristianos (hispanos y de otras tierras), moros, y judíos. El
Rey les consagró a todos especial atención, dispuso su alojamiento, les
proporcionó libros e instrumentos de trabajo, y con ellos formó equipos
en Burgos, en Toledo, en Sevilla, en Murcia... Y aún le quedó tiempo al
nuevo rey para proseguir la reconquista por tierras del Algarbe y Baja
Andalucía, y aún gastó gran energía en sus aspiraciones a la corona del
Sacro Romano Imperio. Pero según fue viendo fracasar sus mayores empeños
políticos, Alfonso se fue consagrando más y más a sus empresas
culturales. Y fue dando término a Las Siete Partidas, a los Libros del Saber de Astronomía, al Lapidario, a las Cantigas de Santa María. Cuando muere, en 1294, lleva muy avanzada la Crónica General de España y está en plena redacción la Grande y General Historia.
Mucho
se discutió hace años sobre la parte que a Alfonso le cupo en sus
obras. Hoy sabemos que su intervención no se limitó a la organización y
dirección de sus escuelas, sino que tomó parte directa en varias etapas
de la elaboración. De las Cantigas se viene diciendo que tal vez sean su obra más personal.
Cuarenta
de las cantigas alfonsíes carecen de contenido narrativo: son cantigas
de loor (la 10, 20, 30, 40, etc.). Las demás forman una colección de
relatos poéticos donde, según el gusto del siglo se narran una serie de
milagros en los que la Virgen María intercede en favor de sus devotos.
Están escritas en gallego, la lengua entonces de más prestigio
peninsular en el campo de la lírica. Los temas se hallan en buena parte
en otras colecciones semejantes; en España, Gonzalo de Berceo, por
ejemplo, coincide muchas veces con relatos de esas cantigas alfonsíes.
Inicialmente iban a ser cien, pero luego se amplió la colección a poco
más de cuatrocientas. Los temas de las cien primeras son, en conjunto,
los más semejantes a los que podemos hallar en otras colecciones de la
cristiandad occidental; más adelante Alfonso decidió ampliar el número, y
según fue ampliando la colección tuvo que ir echando mano de relatos
cada vez más locales; algunos, incluso toman pie en pequeñas anécdotas
personales del propio rey.
En su conjunto, esa colección de
milagros tiene el enorme interés de haber sido concebida para ser
cantada, y tenemos la fortuna de conservar los textos con sus músicas. Y
con esas músicas sucedió algo semejante a lo que hemos dicho de los
textos: inicialmente se adaptaron canciones cortesanas, cantos
eclesiásticos; pero pronto los colectores tuvieron que recurrir a otros
ámbitos. El resultado es que en esas cuatrocientas cantigas de Alfonso
se nos ha salvado, no sólo un precioso texto literario, sino la más
extensa y variada colección de la monodia profana del 1200.
Las Cantigas
han llegado a nosotros en varios manuscritos salidos del escritorio
real. Alguno de ellos no acabó de completarse, en algún otro falta por
copiar parte de las músicas, en otro no pudieron acabarse las miniaturas
que lo ilustran, alguno ha perdido parte de sus folios. Pero en su
conjunto nos ofrecen un programa maravilloso. Gracias a ellos, no sólo
conocemos cuatrocientas composiciones literarias, sino que las podemos
oír con sus músicas, y a la vez, mirando sus miniaturas, revivimos
plásticamente aquel mundo fascinante en que a España le tocó ser
encrucijada de Oriente y Occidente.
La música de algunas cantigas
presentó serias dificultades a los musicólogos. No ha sido hasta 1934
cuando Higinio Anglés ofreció una edición en que las cuatrocientas
cantigas lucen a ojos modernos en toda esa variedad hasta entonces
insospechada. Entre esas músicas hay las que paladinamente revelan su
origen trovadoresco; otras nos recuerdan con claridad modelos
litúrgicos; los aires de danza los reconoce el más profano; aquellos a
quienes es más familiar la música medieval creen poder descubrir en las
cantigas alguna melodía de las que tal vez sirvieron a juglares épicos
cuando cantaban sus poemas sobre Fernán Gonzalez o los Siete Infantes. Y
hay más: podemos estar seguros de que allí, entre esas cuatro[cientas, corregido en el CD]
cantigas, se nos han salvado muestras de otras músicas y otros estilos
de los que nada sabemos y que por tanto no podemos parangonar con nada.
Recuérdese, por ejemplo, que no conservamos una sola canción hispano-
musulmana de ese tiempo ni del anterior.
Por
el contrario, como textos literarios se nos conservan muchos, podemos
rastrear la historia temática de esas cantigas alfonsíes a través de
toda la cristiandad, encontrándonos con que las raíces de algunas de
ellas alcanzan, por Oriente, hasta la India. Modernamente, casi mediado
este siglo, causó gran interés en el mundo de los romanistas el
describir [descubrir?, efectivamente, corregido en el CD] una
serie de cancioncillas mozárabes de los siglos XI y XII en las que se
podían encontrar ya temas de la poesía gallega portuguesa [sic]de
los siglos XII y XIII a la que tanto deben, por su parte, las cantigas
de Alfonso. Por otros caminos semejantes venimos a saber cómo desde el
siglo X entre moros y cristianos andaluces fue muy gustado cierto tipo
de canción estrófica (AA bbba), y he aquí que entre las pocas muestras
de este mismo disco podremos testificar ejemplos de esa misma estructura
(cantigas 58, 118, 179). Pues bien, si de las letras de las Cantigas
cabe encontrar tantos antecedentes, qué podríamos decir de las músicas
si conservásemos un centenar de ejemplos anteriores a Alfonso? La
notación de los manuscritos alfonsíes no nos da indicación alguna sobre
cómo se acompañaban las cantigas. Pero las miniaturas que figuran en los
manuscritos, no sólo nos hablan de los instrumentos con que se
acompañaban, sino que incluso nos ofrecen la imagen de varias
agrupaciones instrumentales.
Esas miniaturas son también las que
nos dicen cómo las cantigas eran ejecutadas por grupos cortesanos, cómo
los devotos bailaban davídicamente [?!] ante una imagen de la Virgen, o
nos presentarán a los juglares colaborando en la composición del libro, o
veremos en una de ellas cómo canta un juglar cristiano acompañado por
un moro. Y toda esa inmensa variedad es la que quieren reflejar los
escogidos ejemplos de este disco.
Agradecemos
especialmente a Monseñor D. Rufino Vargas, su apoyo y desinteresada
colaboración para que estas grabaciones pudieran realizarse bajo el
amparo acústico de la Iglesia Colegiata de Covarrubias, que, al cobijar
los restos del conde Fernán Gonzalez, es símbolo, como las Cantigas del
Rey Alfonso X, de los primeros pasos de Castilla.
NOTA: Los
técnicos de grabación no pudieron evitar que se introdujera, algunas
veces, por los micrófonos el canto de los numerosos pájaros que pueblan
aguel reposado lugar. Esperamos que esta «intromisión sonora» no sea
obstáculo para una buena audición. De la misma manera, al escuchar el
presente disco habrá de tenerse en cuenta que no se han podido tampoco
evitar algunos ruidos característicos de los primitivos instrumentos que
aquí se han utilizado, tales como zanfoña, órgano de fuelles manuales,
etc.
«Grabación realizada con proceso DOLBY».
Referencia de la versión estereofónica de este disco: HHS 1
Coproducción HISPAVOX-ERATO
Producción dirigida por ROBERTO PLA.
Grabación realizada en la Iglesia Colegiata de Covarrubias (Burgos)
[LP Erato:]
Prise de son: Peter Willemöes et Miguel Llewellyn Jones
[CD:]
Técnico de sonido Peter Willemöes
℗ Grabación sonora original, realizada por HISPAVOX. S. A., Madrid. (España), 1968
℗ & © De la presente edición, HISPAVOX. S. A., Madrid. (España), 1990
Gran Premio del Festival Internacional de Bellas Artes de Japón.
Gran Premio del Disco de la Academia Charles Cros de Francia
Gran Premio de los Discófilos de la O.R.T.F.
THE «CANTIGAS» OF SAINT MARY, OF KING ALPHONSO X, THE WISE
In
1221, Alfonso, who later would be called The Wise, was born in Toledo, a
city burdened with cultural tradition. From the time he was a child, he
heard of how the reconquest was advancing through Extremadura and
Andalousia; then came the news of the great Aragonese advance through
the Levant and the Baleares. Prince Alfonso was ten when his mother died
and marriages were planned for him. At the age of seventeen he began to
take an active part in the military campaigns. At twenty, when his
father, the King, was ill, he directed a politico-military campaign
which levelled the Moorish kingdom of Murcia. Later, along with the
King, he would take part in the conquest of Seville.
But Alfonso
had already begun to be interested in quite different matters. He had
gathered a group of helpers about him, who were working toward making
available to the Christians the treasures of Islamic culture:
literature, science, history...
In 1252 Alfonso was crowned King.
From that time onward, the number of his helpers increased
considerably. Among these were Christians (Hispanic and foreign), Moors
and Jews. The King gave all of them special attention, took care of
their lodgings, gave them books and working tools and formed teams with
them in Burgos, Toledo, Sevilla, Murcia... And with all this, the new
King still had time to continue the reconquest of the lands of the
Algarbe and lower Andalusia, and spent great energy in aspiring to the
crown of the Sacred Roman Empire. But as he saw his political
undertakings fail, Alfonso began to dedicate himself increasingly to
cultural undertakings. And he began to form «Las Siete Partidas» (Legal
Code), the Books of Knowledge of Astronomy, the Lapidary, the «Cantigas»
(songs or chants) of Saint Mary. When he died, in 1294, the General
Chronicle of Spain was almost finished and the Great and General History
was already in progress. Years ago, much was debated about the part
that Alfonso took in his works. Today we know that his intervention was
not limited to the organization and direction of his schools, but that
he took a direct part in various stages of the writing. It is said that
perhaps the Chants is his most personal work.
Forty of the
Alfonsian Chants have no narrative part: the chants of praise (the 10th,
20th, 30th, 40th, etc.). The others are a collection of poetic
narratives where, in accordance with the taste of the century, a series
of miracles are recounted, in which the Virgin Mary intercedes for her
devout. They are written in «Gallego» (language spoken in Galicia, the
north-west region of Spain), then the most prestigious peninsular
language for lyric poetry. Most of the themes are found in other,
similar collections; in Spain, Gonzalo de Berceo, for example, often
repeats narratives of the Alfonsian chants. Initially, there were going
to be one hundred. The themes of the first hundred are, altogether, the
most similar to those that we might find in other collections of Western
Christianity; later Alfonso decided to increase the number, and as the
collection grew, he had to choose more local narratives. Some of them
are even based on personal anecdotes of the King himself.
On the
whole, the collection of miracles is very interesting because they were
to be sung, and we are very fortunate in that the texts with their music
are conserved. Much the same thing happened to the music that, as we
explained, happened to the texts. At the beginning, court songs were
used, or church chants, but soon the collectors had to look elsewhere.
The result is that in these four hundred Alfonsian chants, we not only
have a beautiful literary text, but the largest and most varied
collection of profane music of the 12th Century. The Chants have reached
us through various manuscripts from the royal study. Some of them are
not complete, in others, part of the music was not copied, in another
the miniatures that decorate it were not finished, another has lost a
few pages. But on the whole they offer a magnificent view. Thanks to
them, we not only know the four hundred literary compositions, but we
can hear them with their own music, and at the same time, by looking at
their miniatures, we can relive that fascinating world in which Spain
was the crossroads between East and West.
The music of some of
the chants presented serious difficulties to the musicologist. It was
not until 1943, when Higinio Anglés offered an edition of the four
hundred chants that modern eyes could appreciate all their variety,
until then completely unknown. In the music, there are melodies that
clearly show their troubadour origin, others clearly recall liturgic
models, the dance airs can be recognized by everyone, those familiar
with medieval music think they can discover a melody that was perhaps
used by the epic jongleurs when they sang their poems about Fernán
Gonzalez to the Seven Infants. And there are more: We can be sure that
there, among the four hundred chants, samples have been saved for us of
other musics and other styles about which we know nothing, and cannot,
therefore, compare to anything. Recall, for instance, that there are no
extant Hispanic Moslem songs of that time or before.
On the
contrary, we do have many literary texts. We can trace the thematic
history of the Alfonsian chants throughout all Christianity, finding
that the roots of some of them reach even India. Recently, almost
halfway through this century, great interest was aroused in the world of
the Romanists, with the discovery of a series of little Mozarabic songs
(of the Christian minority under Moorish rule) of the 11th and 12th
centuries in which were found themes of Gallego-Portuguese poetry of the
12th and 13th centuries. These in turn, greatly influenced the
Alfonsian chants. On other, similar trails we can see how, from the 10th
century, a certain type of strophic song (aa bb a) was popular among
Moors and Christians alike. This same structure can be seen in the few
examples of this record (chants 58, 118 and 179). If so many references
can be found in the words of the chants, what couldn't we say about the
music, if only we had a hundred examples from before the time of
Alfonso? The notations of the Alfonsian manuscripts gives no indication
of how the Chants were accompanied, but the miniatures in the
manuscripts not only tell us about the instruments used to accompany,
but they give pictures of various instrumental groupings. The miniatures
also tell us how the Chants were performed by court groups, how the
devout danced before an image of the Virgin, or they show the jongleurs
helping in the composition of the book, or how a Christian jongleur
sings, accompanied by a Moor.
And all this immense variety is what the selected samples of this record want to show.