Gregorio ALLEGRI. Miserere, Messe Vidi turbam magnam, Motets / A Sei Voci


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EL MISERERE DE ALLEGRI, VERSIÓN BARROCA

Obra excepcional por excelencia, el Miserere de Allegri ha sido durante mucho tiempo propiedad exclusiva del Papado, para el servicio de la Capilla Sixtina.

Su audición tenía lugar una vez al año, durante la Semana Santa, en circunstancias dignas de impresionar al auditorio: se cantaba al final del Oficio de Tinieblas, en una Capilla en la que se habían ido apagando los cirios progresivamente, mientras el Papa y los Cardenales se arrodillaban. Lo interpretaban entonces los mejores cantantes de la Capilla (castrati, altos masculinos, barítonos y bajos), que eran capaces de improvisar adornos deslumbrantes ("abellimenti") sobre el fauxbourdon del Miserere.

Sin embargo, la capacidad de improvisar ornamentos que tenían en el siglo XVII los cantantes de la Capilla Sixtina se ha ido perdiendo progresivamente. A finales del XVIII ya sólo se cantaban ornamentos en un registro muy agudo, memorizados por los castrati. Son estos los adornos que conocemos, principalmente gracias a las ediciones discográficas de coros ingleses.

Así pues, hemos querido presentar en este disco dos momentos de la interpretación del Miserere:
— el Miserere tal como debía cantarse a finales del siglo XVIII (y tal como lo conocemos par el disco)
— el Miserere tal como debía cantarse a mediados del siglo XVII. Esta versión barroca tiene una ornamentación que puede dar una idea de la que sabían improvisar los cantantes de la Capilla Sixtina en la época de Allegri.

Es Jean Lionnet, gran especialista de la música romana, quien ha realizado esta propuesta de ornamentación, basándose en diferentes fuentes históricas. Aportan nueva luz a esta obra maestra de la música sacra, universalmente conocida.

Se incluyen asimismo en este disco otras obras inéditas de Allegri, que permiten redescubrir nuevas facetas del arte de este gran maestro.

Bernard FABRE—GARRUS y Emmanuel GAILLARD



LA CARRERA DE GREGORIO ALLEGRI

De entre los compositores célebres, es sin duda Gregorio Allegri (nacido en 1582, y muerto en Roma el 17 de febrero de 1652) aquél del que se conoce menos la música.

Todas las leyendas tejidas en el siglo XVIII en torno a su Miserere han obliterado por completo al compositor y su obra. Gregorio inicia su carrera de músico entrando en el coro de la iglesia San Luis de los Franceses de Roma en 1591. La capilla musical de San Luis estaba dirigida entonces por Giovanni-Bernardino Nanino, el cual estaba obligado por contrato, como maestro de capilla, a encargarse de la formación musical de cuatro muchachos, empleados mientras durase su voz de soprano. Gregorio deja el coro en junio de 1596, precisamente porque le ha mudado la voz, pero le sustituye en San Luis su hermano menor Domenico, que seguirá en el coro hasta 1603, sustituido él también por otro pequeño Allegri: Bartolomeo, que se convertirá en instrumentista y del que se pierde el rastro en 1609.

Gregorio vuelve en 1601 a San Luis de los Franceses, donde ocupa una plaza de contralto durante casi cuatro años. Así pues, podemos estar seguros de que disfrutó, como su hermano Domenico, de las enseñanzas de los dos hermanos Nanino, puesto que Giovanni-Maria Nanino, que estaba entonces en la capilla pontificia, iba regularmente a San Luis, donde había sido maestro de capilla, para ayudar a su hermano menor Bernardino.

Mientras tanto, Gregorio toma el hábito y deja Roma para ir a dirigir la capilla musical de la catedral de Fermo en la Marca de Ancona, una provincia del estado pontificio, en la costa del Adriático. No vuelve a Roma hasta 1628, cuando le contratan los padres de la iglesia del Santo Espíritu como director de música. Parece que su hermano Doménico tuvo éxito antes, pues tras una estancia en Spello, otra ciudad de la Marca, recibió el nombramiento de maestro de capilla de la basílica de Santa María en Trastévere en septiembre de 1609, y en mayo de 1610 de Santa María Mayor. En junio de 1615 Domenico se casa con Virginia Vanni, hermana de Carlo Vanni, un tenor de la capilla pontificia. Domenico moriría prematuramente en 1629, pero estos pocos hechos demuestran sin lugar a dudas que los hermanos Allegri no eran desconocidos en el mundo musical romano, antes de que Gregorio entrara en la capilla pontificia.

Gregorio accede por concurso a la capilla pontificia el 6 de diciembre de 1629, pocos días después de que el papa Urbano VIII diera la orden de contratar a Stefano Lundi, también contralto. Formar parte del colegio de los cantantes pontificios era la máxima aspiración de un músico, siempre y cuando hubiera recibido por lo menos las órdenes menores: además del prestigio relacionado con esa posición, permitía frecuentar a los mejores músicos de la ciudad, y el salario estaba garantizado de por vida. Desde 1586, el funcionamiento de la capilla pontificia estaba regido por los "oficiales", elegidos cada año por los cantantes: el maestro de capilla era responsable de la música, el apuntador se ocupaba de la disciplina y el camarlengo de todas las cuestiones económicas. El decano de los cantantes podía, ocasionalmente, sustituir al maestro de capilla. Allegri nunca será apuntador, pero sus colegas lo eligen para ocupar el puesto de maestro de capilla durante el año de 1650, una responsabilidad importante puesto que se trata de un año de jubileo: cada veinticinco años, el papa declaraba un año santo, lo cual tenía la consecuencia de multiplicar el número de peregrinos en Roma y las ocasiones en las que la capilla pontificia debía intervenir. Gregorio Allegri muere durante la noche del 17 al 18 de febrero de 1652; he aquí lo que escribe el apuntador en su libro en esa fecha: "Una vez terminada la misa, el señor maestro de capilla anunció al colegio la muerte del señor Gregorio Allegri, nuestro compañero e insigne compositor, acaecida en la novena hora de la noche pasada. La pérdida de un hombre tan valeroso fue lamentada por todo nuestro colegio con la mayor tristeza. Había aprendido teoría musical con el señor Giovanni Maria Nanino, en su día músico de nuestra capilla, y había progresado tanto en la excelencia del contrapunto y de la composición que casi igualó a su maestro en los arcanos de la música, y las generaciones futuras encontrarán prueba de ello en las obras que ha compuesto para nuestra capilla".

La consideración de la que disfrutaba Allegri como compositor queda puesta en evidencia por el hecho de que el padre jesuita Athanasius Kircher eligiera una de sus composiciones para uno de los ejemplos musicales de su tratado Musurgia Universalis, publicado en Roma en 1650. Los otros compositores contemporáneos citados por Kircher son Giacomo Carissimi, Domenico Mazzocchi y Froberger.


LA OBRA DE ALLEGRI

Toda la obra conocida de Allegri, aparte de un volumen de "Concertini" publicado en 1619, está destinada a la Iglesia. Tras publicar un libro de motetes en 1619, Allegri proporcionará regularmente motetes a los editores de antologías colectivas hasta 1639. Todos estos pequeños motetes, cuyos efectivos varían de dos a cinco voces con el bajo continuo, están escritos en el estilo barroco que se llama "seconda prattica", por oposición a la "prima prattica", que caracteriza el lenguaje musical que se impone también en la Iglesia tras el éxito de los "Cents Concerti Ecclesiastici" de Ludovico Viadana y de los motetes de Agostino Agazzari, y que invade rápidamente toda Europa: de hecho, hemos sacado los tres motetes que figuran en este disco de dos volúmenes publicados en Estrasburgo por el canónigo Donfried en 1622 y 1623. Estos dos volúmenes contienen cientos de motetes de los mejores compositores italianos de la época, desde Viadana a Monteverdi y Grandi.

Para el servicio litúrgico de la capilla pontificia, en la que no se admiten instrumentos, ni siquiera el órgano, Allegri escribió varias misas para cinco, seis y ocho voces, himnos para las vísperas, Lamentaciones, para los oficios de la semana santa, y su famoso Miserere.

La misa "Vidi turbam magnam" grabada aquí es para seis voces, y se conserva en la colección de la capilla pontificia (Fondo Capella Sistina de la biblioteca vaticana). Nos procura un excelente ejemplo de la manera en que los músicos del siglo XVII interpretaban el "stile antico": dado que los modos antiguos tienden a desaparecer para dar lugar a tonalidades más modernas, el contrapunto se hace más discreto y el compositor prefiere jugar con los efectos puramente sonoros, con oposiciones entre las voces agudas y las graves, movimientos paralelos entre dos voces, contrastes entre "tutti" y pequeños grupos de dos o tres voces, etc. En el marco tradicional de la misa polifónica, Allegri incorpora pues muchos elementos que participan más de la "seconda practica". La capilla pontificia ha seguido cantando estas misas hasta finales del siglo XVIII, y sin duda las ha reutilizado a partir de 1815, fecha que marca el final del paréntesis napoleónico en Roma.


EL MISERERE Y SU INTERPRETACIÓN

Para los tres oficios de tinieblas de la semana santa, Allegri le puso música a la primera lección de cada uno de los tres días; según la tradición, las dos otras lecciones debían cantarse en gregoriano.
En el siglo XVIII, se abandonará incluso la costumbre de cantar la primera lección con música, lo cual demuestra claramente que la capilla pontificia ya no era lo que fue en época de Allegri, especialmente desde el punto de vista de los conocimientos teóricos de sus miembros: en 1738, por ejemplo, un cambio en la ceremonia de la procesión del jueves santo hace que pidan a los cantantes que hagan durar más tiempo el canto del himno "Punge Lingua"; para ello, era necesario escribir la música de una estrofa más, y cantar en contrapunto improvisado sobre el libro las estrofas pares. Los cantantes le pidieron entonces a Giovanni Bordi que escribiera la estrofa suplementaria y también el contrapunto, antes que arriesgarse con una improvisación que podía dar lugar a "muchos errores y confusión". En época de Allegri, el contrapunto sobre el libro era casi una práctica cotidiana en la capilla pontificia y no provocaba ningún tipo de error. Todo ello explica por qué los relatos de viajeros que describen las ceremonias de la semana santa en la capilla pontificia, y que se remontan todos al siglo XVIII, nos transmiten una imagen que, si corresponde bastante bien al estilo del Miserere tal como lo conocemos desde la primera publicación realizada por el inglés Charles Burney, no corresponde en absoluto a lo que podía oírse en el siglo XVII, cuando prácticamente todos los cantantes eran capaces de improvisar sabios contrapuntos y por lo tanto, de adornar un fauxbourdon.

El Miserere, que todo el mundo ha oído y que proponemos al principio de este disco, es una pieza que se aprendían con sumo cuidado, aproximadamente desde 1775, uno o dos sopranos, capaces de cantar en un registro muy agudo.

El castrato Mariano Padroni había aprendido esa parte de soprano del Miserere, pero había obtenido permiso para retirarse a su casa en provincias. A principios de 1820, los veteranos de la capilla pontificia se dan cuenta de que ninguno de los castrati que están en activo en ese momento es capaz de cantarla. Movilizan entonces a la autoridad competente, para que Padroni reciba la orden de volver a la capilla para cantar durante toda la cuaresma y la semana de Pascua. Esta anécdota demuestra sin lugar a dudas que este Miserere aprendido de memoria ya no tenía nada que ver con el que los cantantes improvisaban en el siglo XVII sobre el fauxbourdon de Allegri.

El fauxbourdon es una técnica muy antigua, que consiste en armonizar los tonos de la salmodia tradicional del gregoriano.

Así pues, hemos buscado entre las obras de compositores romanos del siglo XVII ejemplos de ornamentación escrita, y los hemos integrado a los excelentes y sorprendentes ornamentos para los fauxbourdons que propone Francesco Severi en sus "Salmi passagiatti", publicados en Roma en 1615. Severi, célebre castrato de la capilla pontificia, murió relativamente joven a finales del año 1630; así pues Allegri había coincidido con él, y probablemente conociera la obra. En el prólogo a esos "salmos", Severi insiste en el carácter de improvisación de los ornamentos que propone: "mi intención no es otra que la de sacar a relucir pasajes naturales, y que no parecen aprendidos sino más bien hechos a la improvista".

El pequeño volumen termina con una serie de ejemplos de "pasajes" escritos sobre el fauxbourdon de Dentice para el Miserere, que se cantaba regularmente en la capilla pontificia durante la semana santa, junto a los de Palestrina, Nanino, los hermanos Aniero, Giovannelli y Gargari. El de Allegri no parece haber pasado a formar parte del repertorio, preferentemente para la noche del miércoles, hasta 1650. Hacia finales de siglo se le añadirán el de Tommaso Bai, que tuvo gran éxito y se cantaba aún durante el siglo siguiente, y el de Alessandro Scarlatti, que se abandonó muy pronto.

Todos estos fauxbourdons para la capilla pontificia están escritos para dos coros diferentes - el primero de cinco voces y el segundo de cuatro -, que cantan los versículos impares, en alternancia con un tono tradicional del gregoriano, y reuniéndose para el último versículo. Para que las ceremonias de la semana santa fueran lo mejor posible, los cantantes de la capilla pontificia se reunían el lunes después del Domingo de Ramos, para decidir quién debía cantar las distintas partes de la liturgia, y en especial para definir el mejor conjunto de voces para los dos coros del Miserere, y estar así seguros de obtener una sonoridad tan bella como fuera posible. De este modo los cantantes podían ponerse de acuerdo para que cada uno de los nueve solistas que componían los dos coros del Miserere tuviera ocasión de lucirse por lo menos con una hermosa improvisación, aunque la parte más bella se reservara para los castrati.

Es evidente que el simple fauxbordon tal como lo proponemos en los dos primeros versículos impares, aunque suene muy bien, no podía ser el origen de todas las historias que se han generado en torno al Miserere de la capilla pontificia, y que cobraron importancia sobre todo cuando Giuseppe Baini intentó prohibir la publicación de los Miserere de Allegri y de Bai que el abate Pietro Alfieri preparaba en 1841. De todos modos, la interpretación del Miserere que Baini conocía (ingresó en la capilla pontificia en 1795) ya no tenía nada que ver con la que se cantaba en los años que siguieron a la muertte de Allegri.

En 1661, el apuntador escribió los nombres de los cantantes elegidos para las Lamentaciones, los Improperios y los Miserere, y vemos cómo cada noche se repiten los nombres de Domenico Palombi, Domenico Dal Pane y Bonaventura Argenti como sopranos, tres cantantes célebres tanto por sus capacidades musicales como por sus cualidades vocales. Pero los cantantes de las otras partes, como el bajo Isidoro Cerruti o el tenor Tommaso Tizi, eran también a menudo excelentes compositores. Esta gente no podía concebir que se cantara un fauxbourdon sin adornarlo, y variando los adornos en cada versículo.

Así pues, resulta evidente que no existe ninguna versión auténtica del Miserere de Allegri: lo que nos proponen aquí los cantantes de A Sei Voci es un enfoque "diecisietesco", que puede dar una idea aproximada de lo que se podía oír en la capilla pontificia algunos años después de la muerte de Gregorio Allegri.

Jean LIONNET
Traducción: Viviana Narotzky