medieval.org
Enigma K 53 571, 1978
Wea Records / Hispavox S 90.157, 1979
[A]
La promesa de juventud
1. «Sumer is icumen in» — Rota
(inglés, h. 1310) [1:46] CD #7
2. «Bryd one brere» (inglés, principios
S. XIV) [3:09] CD #6
3. «Salve virgo virginum» — Gymel
(inglés, finales S. XIII) [2:03]
Crécy y los campos franceses
4. La sexta estampida real (francés, S. XIII)
[2:18] CD #16
5. «J'aim la flour» — Lai,
Guillaume de MACHAUT ( h. 1300-1377) [5:01]
6. «Se je souspir» — Virelai,
Guillaume de MACHAUT [2:15] CD #17
La negra muerte y el «Decamerón» de Boccaccio
7. «Ghaetta» — Estampida (italiano, S.
XIV) [4:36] CD #12
8. Danza real (francés, S. XIII) [2:03] CD #13
9. «Questa fanciulla» — Balada,
Francesco LANDINI (1325-1397) [3:18] CD #15
[B]
10. Danza real (francés, S. XIII) [1:45]
11. «Di novo e giunt' un cavalier» — Madrigal,
Jacopo da Bologna (h. 1350) [2:25]
12. «Gram Piant' agli occhi» — Balada,
Francesco LANDINI [3:49] CD #19
Chaucer y sus «Cuentos de Canterbury»
13. Danza real (francés, S. XIII) [1:57] CD #20
14. «Angelus ad virginem» (inglés, S.
XIII) [4:12] CD #18
15. La segunda estampida real (francés, S. XIII)
[2:54]
El último peregrinaje
16. «St. Thomas honour we» — Villancico
(inglés, h. 1430) [3:38] CD #11
17. «Polorum regina» — Baile de rueda
(español, S. XIV) [3:02]
LV 7 CD #26
referencias CD #xx: A Medieval Banquet
St. George's Canzona
John Sothcott
Cantantes:
Ray Attfield, Frank Grubb,
Derek Harrison (contratenor) y Rosemary Harrison
Instrumentistas:
Ray Attfield, doble salterio y percusión
Frank Grubb, viola y fidula
John Grubb, cítola, arpa, salterio
Derek Harrison, rebec, organetta
Michael Oxenham, trompa, flautas de pico
John Sothcott, vihuela de arco, triple dulcimer
Realización e instrumentación: John Sothcott
«Ghaetta» transcrita por Michael Morrow
Organetta construida por John Nicholson
Instrumentos de cuerda construidos por Frank Grubb y John Sothcott
Programación y producción musical: Frank Grubb
Grabación producida por John Boyden / Ingeniero de Sonido: Tony
Faulkner
EL PRÍNCIPE NEGRO
Hay una fecha que está en la mente de cualquier estudiante
inglés: el año en que Guillermo el Conquistador
libró la batalla de Hastings y, de forma no consciente, dio paso
a lo que, mediante tres siglos de incubación anterior, iba a
convertirse en la Guerra de los Cien Años (1337-1453). Mientras
disfrutaba de su autoridad soberana en el reino que había
elegido, Guillermo seguía siendo el Duque de Normandía al
otro lado del Canal de la Mancha y, como tal, estaba subordinado a su
nativa dinastía real. Continuos matrimonios entre su propia
familia y otros nobles franceses perpetuaron la situación,
culminando con el enlace de Enrique II con Leonor de Aquitania.
Así pues, los Plantagenets de Inglaterra eran también
Duques de Aquitania y, por lo tanto, vasallos de los Reyes de Francia.
En la época que nos ocupa, Felipe IV de Francia se había
comprometido en Escocia en una intriga anti-inglesa con el fin de
evitar que Eduardo III se hiciera excesivamente fuerte en suelo
francés. En 1336 el Parlamento inglés reaccionó
con algunas acciones bélicas, en respuesta a las cuales Felipe
confiscó Aquitania. Para completar el escenario sobre el cual
Eduardo de Woodstock, Principe de Gales y primer Duque de Cornualles
iba a interpretar su heroico, a la vez que trágico, papel, solo
era necesario ya que reavivara sus pretensiones sobre el trono de
Francia. En 1346, el Rey Eduardo organizó un triple ataque
contra la alianza francesa en las regiones de Guyena (Nueva Aquitania),
Bretaña y Normandía. En la última
expedición participó el Principe Negro, desembarcando los
ingleses en St. Vaast-la-Hogue y marchando hacia el Este con la
intención de unirse a los aliados flamencos. Habiendo cruzado el
río Somme, los ingleses decidieron acampar en Crécy,
donde el joven Príncipe de dieciséis años
desempeñó su cometido con honor. La derrota francesa se
debió a una inoportuna orden de mando que adelantó
prematuramente el combate. De todas formas, los franceses presionaron
duramente la división del Príncipe y el mismo se vio en
grave peligro personal. El Rey, sin embargo, no acudió en su
ayuda, declarando que debía merecer por sí mismo las
espuelas que recientemente le habían sido otorgadas. La fe de
Eduardo en su hijo era justificada y la autoridad del heredero forzoso
fue plenamente confirmada en el campo de batalla.
Los últimos cometidos del Príncipe en esta guerra fueron
la primera incursión de 1355, montada para apoyar y restaurar la
posición de Inglaterra en Aquitania, y la segunda
incursión de 1356, que fue una operación de refuerzo. En
esta expedición, la resistencia francesa comenzó a
endurecerse y el Príncipe tomó su vista hacia el
territorio inglés acosado por el Rey Juan de Bohemia. Nunca se
consideró la posibilidad de que el Príncipe se enfrentara
solo contra las huestes aliadas francesas, pero en ese momento
pareció que iba a ser imposible evitar la confrontación.
Comenzó la retirada siguiendo unas abortadas negociaciones pero,
al ser atacadas por los franceses, las fuerzas anglo-gasconas volvieron
a la bahía. Anticipándose a Enrique V, el Príncipe
Negro arengó heroicamente a sus hombres, y sus esfuerzos fueron
recompensados. Ayudado por su hazaña táctica, Eduardo de
Woodstock derrotó a los franceses e hizo prisionero al Rey Juan.
La victoria del Principe Negro en Poitiers hizo que se tambalearan las
estructuras básicas de la Francia del siglo XIV; pero el Rey
Eduardo se sobrepasó en sus aspiraciones, reforzándolas
con un fracasado intento de tomar la ciudad de Rheims, con el objeto de
autocoronarse en ella como Rey de Francia. (Es interesante destacar que
en la división mandada por el Príncipe en aquella
época, figuraba un Geoffrey Chaucer, el cual fue rescatado tras
su captura mediante el pago de 16 libras, cifra indicativa de que era
considerado como muy valioso, aunque no sabemos si por su valor
físico o por el de sus versos). De todas formas, el tratado de
Bretigny (1360) dejó a Eduardo III en posesión de una
tercera parte de Francia. Esta Aquitania agrandada fue elevada a la
categoría de principado, al frente del cual se quedó el
Principe Negro.
Muy pronto, sin embargo, el Príncipe se vio implicado en asuntos
de la vieja Castilla, y su ayuda a Don Pedro, el Cruel, para
reconquistar el trono castellano de manos de su hermano bastardo
Enrique de Trastamara, le llevó a la ruina e incluso a la
muerte. Después de la victoria del Príncipe en
Nájera, en defensa de Don Pedro (1367), éste no pudo
conseguir el dinero para pagarle el coste de la expedición y le
dejó en Valladolid a la espera del pago. Estando allí, el
y muchos de sus hombres fueron atacados de disentería en el
caluroso verano español. La muerte se cobró muchas vidas
entonces y el Príncipe, debilitado por la infección, fue
posteriormente presa fácil de una cirrosis.
Los franceses, a las órdenes de Carlos V, sacaron pronto ventaja
de los problemas internos de Aquitania y de la precaria salud del
Príncipe. La guerra proporcionó grandes victorias a
Francia y el Príncipe, quebrantado de cuerpo y espíritu,
fue abandonando lo que le quedaba de sus dominios en 1371. El
año siguiente contempló la renuncia del Príncipe a
su principado el cual cayó inevitablemente bajo la
dominación francesa. Solo se salvaron las ciudades de Burdeos y
Bayona.
Temiendo la posibilidad de preceder en la muerte a su padre, su
única preocupación entonces fue la de asegurar la
sucesión de su hijo Ricardo (II). Al final, ocupó su
sitio entre los Lores en Westminster. Dos años de actividad
política constituyeron su canto del cisne, y su desfalleciente
salud acabó con él un domingo de la Trinidad de 1376.
La música
La música antigua inglesa es frecuentemente de naturaleza
extrovertida como lo demuestra la bien conocida y característica
«rota» Sumer is icumen in. La preferencia inglesa
por el sonido pleno se manifiesta también en el estilo posterior
denominado «gymel», en el que partes de dos voces gemelas
se mueven ampliamente en terceras y sextas paralelas. En el caso de Salve
virgo, una tercera voz ha sido evidentemente añadida con
posterioridad sobre el «gymel» original, y su entrada ha
sido inicialmente omitida en la presente versión, como
demostración de lo que afirmamos.
La escasez de ejemplos supervivientes de música instrumental
inglesa del siglo XIV, ha sido enmascarada por la hipótesis de
conveniencia de la prolongación de la tradición musical
del siglo XIII; en consecuencia, es la música francesa de este
período la que nos sirve, a lo largo de esta grabación,
como contraste de las obras vocales.
Las canciones de Machaut apuntan la trágica muerte en
Crécy del ciego Rey Juan de Bohemia, caballeroso aliado de
Francia. Machaut fue durante muchos años su secretario y
compañero de viajes, pasando luego al servicio del rey
francés Carlos V, personaje, como hemos visto, de capital
protagonismo en la vida del Príncipe Negro. (Como dato curioso,
señalaremos que el hijo del Príncipe, Ricardo II, se
casó con su nieta del Rey Juan, Ana de Bohemia).
Poco después de Crécy, Europa sufrió el azote de
la peste. Es una experiencia aleccionadora el leer lo escrito en la
pared de la iglesia de Ashwell en Hertfordshire, que incluye este
pasaje: «1350: desventurado, aturdido y arrastrado a la
violencia, el resto del pueblo fue finalmente testigo de una espantosa
catástrofe». Por esa época Boccaccio
escribió su compendio de cuentos «El
Decamerón», que recoge las historias narradas por un grupo
de gente que buscó refugio fuera de Florencia, para escapar de
la pestilencia. La música es mencionada frecuentemente y
también se describe la interpretación de una
«estampida» a la viella y el balanceo de una balada.
Eduardo III pidió dinero prestado para sus campañas a los
banqueros de Florencia y una de las historias cuenta como tres
florentinos instalaron una casa de banca en Londres y sacaron tan
rápido provecho que pronto pudieron volver a casa. Existe un
gran parecido de fondo entre «El Decannerón» y los
posteriores «Cuentos de Canterbury» de Chaucer, tanto en
concepto como en material utilizado. Angelus and virginem
(cantado aquí en su versión contemporánea inglesa)
era muy popular en el siglo XIV, y Chaucer lo cita al hablar del pobre
estudiante Nicolás: «Y había allí un alegre
salterio en el que tañó una melodía tan dulcemente
que toda la habitación la repitió y 'Angelus ad virginem'
el cantó».
Durante su vida, el Príncipe no perdió ninguna
oportunidad de visitar Canterbury, y después de que su cuerpo
embalsamado permaneciera allí expuesto durante cuatro meses, el
cortejo del Príncipe hizo una vez más la ruta trazada por
los peregrinos de Chaucer, pasando por la Posada Tabard y
dirigiéndose a través de Kent hacia la ciudadela de Santo
Tomás. En la catedral, al Príncipe se le otorgó el
mayor honor posible, colocándole cerca del sepulcro del
mártir. La canción de peregrinos Polorum Regina
nos trae a la mente el doble peregrinaje que hacen actualmente aquellos
visitantes de Cantebury que rinden honores a dos de los más
grandes y memorables figuras de la historia de Inglaterra.
Frank Grubb