Rumí & Ibn Arabí. Oriente & Occidente, siglo XIII
Grian · Eduardo Paniagua





eljardindellibro.com
Pneuma «Libro-discos y especiales» PN-770

2005





Poemas del Diwán de Shams de Tabriz de Rumí
y de El intérprete de los deseos de Ibn Arabí
recitados en español sobre músicas de discos de Pneuma





Primer Samá‘
ESTADO DE CONTRACCIÓN
Desfallecimiento por la ausencia del Amado


1. Los que aman [1:48]
Rubayat de Rumí
Música: Tu presencia, (Inshád Laysa lilgayri), canto de Al-Harráq, siglo XVIII
PN-650. Sufíes de Al-Andalus

2. El  rayo oriental · Pleamar [4:56]
Ibn Arabí
Música:
Dawr Tawíl. Rá l-barqa sharqiyyan. "El rayo oriental"
Dawr Basít. Qálat "Ajibtu li-Sabbin. "No te asombres"
PN-360. Ibn ‘Arabi. El intérprete de los deseos

3. En mi fuego hiervo [2:58]
Rubayat de Rumí
Música: Aire del maestro Kasay. Modo Shushtari (Persia)
PN-550. Aire de Al-Andalus

4. Tus labios de granate · Partícula soy [5:54]
Rubayat de Rumí · Rubayat de Rumí
Música: Muchos reproches, (Muwwal Hiyáz al-Qabír), canto de Al-Harráq, siglo XVIII
PN-650. Sufíes de Al-Andalus

5. Morada del llanto [4:43]
Diwán, parte II, gazál 402 de Rumí
Música: "Yá mudír al-Ráh" de la Nawba Asbasayn
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings

6. La puerta del encuentro · Tristeza fiel [3:24]
Rubayat de Rumí · Rubayat de Rumí
Música: "Ah yá muddasin"
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings

7. Oh enamorados [6:23]
Diwán, parte II, gazál 766 de Rumí
Música: Muwwal, Buh bi-l-garámí, al-Harráq, "Revela tu pasión",
PN-200. Misticismo

8. Concedió la Unión [5:56]
Música: Yáda bi-l-Wisál,. Canto: "Concedió la unión"
PN-200. Misticismo






Segundo Samá‘
ESTADO DE EXPANSION
El gozo de la Presencia del Amado


9. La oración del peregrino [4:15]
Música:
1. Talbiya, Oración del peregrino Canto:
2. Al-Adhán. Llamada a la oración
PN-360. Ibn ‘Arabi. El intérprete de los deseos

10. La religión del amor [3:35]
Ibn Arabí
Música: "Dios guarde al cantor" lnshad Nawba Garibat al-Huseyn
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings

11. Todo tú · Cuando se muestre mi amado [1:49]
Rubayat 385 de Rumí · Ibn Arabí
Música: "Ansioso por verte", Taqsím ‘úd
PN-650. Sufíes de Al-Andalus

12. No duermas · Estaba muerto [8:06]
Rubayat de Rumí ·
Música: Quddam Sugl "Me reprocharon tu amor" · Moaxaja "Mientras yo ocultaba el amor"
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings

13. Del amor procedemos · Eres mi rey [4:49]
Ibn Arabí / Rubayat de Rumí
Música: Baños y aljibes
PN-170. Alarifes Mudéjares

14. El vino secreto [8:54]
Rubayat 13 de Rumí
Música:
1. Muwwál Sáhlí. Laqad Sára Qalbí. "Mi corazón adopta todas las formas"
2. Mutaqárib. Li-Taybata Dhabyun. "Hay en Tayba una gacela"
PN-360. Ibn ‘Arabi. El intérprete de los deseos






Colección Poesia y Música • 1
La Ciencia del Amor
Tradiciones Espirituales de la Humanidad
PNEUMA - ALMUZARA
ALMUZARA


Director Editorial: Eduardo Paniagua
Diseño: Pneuma/Eduardo Paniagua
Maquetación: O'Micron/Susana Ordóñez
ISBN.: 84-96416-98-4
Depósito Legal: CO-1153-05
Hecho e impreso en España
Impresión: Proyectos Gasmath, S.L.


RUMÍ & IBN ARABÍ
ORIENTE & OCCIDENTE
Siglo XIII
Recitado en español: Grian (Antonio Cutanda)
Selección de poemas y música: Grian y Eduardo Paniagua
Arreglos musicales y adaptación literaria: Eduardo Paniagua

Reservados todos los derechos. 'No está permitida la reproducción total o parcial de este libro y su CD, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea mecánico, electrónico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.'
© Pneuma
© Editorial Almuzara, s.l., 2005







LA CIENCIA DEL AMOR

"En las cadencias de la música hay un secreto escondido; si te lo revelara, conmovería al mundo" — Rumí.

Bajo este nombre y desde la dirección de Pneuma se quiere ofrecer al lector y al escuchante un diálogo de corazón a corazón. La Ciencia del Amor tiene la vocación de ser una Colección que nos acerque en habla hispana a los grandes poetas místicos. El mensaje y sabiduría espiritual se presentan engarzados en obras poéticas y musicales históricas de fuerte impacto emocional.

El recitador, emocionado por la vivencia del mensaje de estos poemas, quiere comunicar su estado anímico. La selección musical que sirve de soporte al recitado pretende una sintonía emocional y espiritual con el poema. Se ha cuidado la colocación de las palabras pronunciadas entre los vacíos y los llenos melódicos, a veces depositadas como si fuera en un lecho de hojas secas, a veces sobre un cesto de rosas con espinas, a veces sobre un almohada de algodón y seda.

Hemos realizado esta grabación sin prisas y con especial cuidado, ofreciéndola a los sentidos exteriores y a los sentidos interiores.
El riesgo es enorme:
- Poemas traducidos al castellano, misión casi imposible (traducción equivale a traición), confiando en el calado espiritual de los traductores elegidos.
- La trivialización y vanalización (sic) que se pueda hacer de esta grabación.
- El rechazo o falta de sintonía con el estado anímico que se ofrece.

Cada saber tiene su metodología de aprendizaje y las ciencias se ordenan epistemológicamente según sus características. Una Ciencia del Amor, (palabra polisémica por excelencia) tiene más de poesía que de rigor científico. El Amor, ¿se aprende o se acepta como regalo?. Lo cierto es que en el amor al Amado han existido grandes maestros espirituales. Rumí e Ibn Arabí son de los más grandes.

En los poemas de Rumí descubrimos el saber místico abierto a todos los conocimientos de su época. Creador del samá' de los derviches giróvagos, fue un enamorado que enseñó el amor. Por ello es nuestro primer maestro de la Ciencia del Amor.

"Las diferencias de credo no le molestaban, nada le irritaba ni enfadaba", dice Iqbal en el siglo XVI.

Rumí nace el 30 de septiembre de 1207 en Balj, Jurasán (hoy Afganistán), y se forma dentro de la tradición cultural persa. Su vida es una peripecia hasta que se instala a los 22 años en Konia. Su maestro le mandó siete años a Alepo y Damasco, donde convivió sin duda con Ibn Arabí en los últimos años de la vida de éste. A los 37 años conoció y se entregó a Shams de Tabriz, derviche errante de 70 años de edad.

Podemos añadir nuestro título a su primer diálogo. "¿Cual es el propósito del conocimiento?" (de la Ciencia del Amor), preguntó Rumí. Respondió Shams: "El conocimiento es lo que Ileva a su fuente".

Después de seis meses junto a Shams, su amigo y maestro, al desaparecer éste, Rumí se hizo amante enloquecido de la música, escuchando y bailando en éxtasis durante horas como manifestación espontánea de la emoción, dictando y escribiendo poemas al amigo Shams y al Amor divino en dos planos simultáneos, dando salida al sufrimiento causado por la separación.

El conocimiento es la ciencia del cuerpo, la visión es la ciencia de la religión, el amor es la ciencia del Amor, "lo que hace girar al mundo".

Para Ibn Arabí la poesía es vista por el "ojo interior" y el corazón es el órgano capaz de percibir su expresión y de mostrar su esencia.

Ibn Arabí nace en la Murcia andalusí de 1165 y se educa en Sevilla. Viaja al Magreb y luego al Oriente donde se instala la segunda parte de su vida, muriendo en Damasco en 1240.

Su obra es prolífica y fuente de inspiración del pensamiento islámico, por ello es llamado el "Maestro máximo". Para él la finalidad del hombre es conocer al Creador, progresando por las estaciones espirituales y guiado por la gracia, hasta lograr la restitución del hombre primordial, con el corazón receptivo a toda manifestación de Dios. Como expresa en sus poemas Ibn Arabí está abierto al diálogo entre las diversas culturas y religiones.

Rumí en el Diván de Shams de Tabriz escribió 25.000 odas y 2.000 rubayats (poemas de cuatro versos en los que riman el primero, segundo y cuarto, quedando libre el tercero).

EDUARDO PANIAGUA







1. PERLAS DEL ESPÍRITU

"La música es el sonido de las puertas del paraíso al abrirse". — Yalál ad-din Rumí

Desde hace unos pocos decenios, la llamada del Espíritu parece haber encontrado cobijo en el corazón de muchas personas en los países occidentales. Muchas de ellas, bien por no hallar suficientes alicientes en las formas de culto «oficiales», o bien por no encontrar el paraíso que prometía una sociedad de consumo materialista y tecnológica, han ido derivando hacia distintas (y muchas veces caóticas) formas de búsqueda interior que, a la postre, también han terminado por convertirse en objeto de consumo. Así, se ha terminado por dar origen a un «mercado espiritual» que no ha hecho más que sembrar aún más si cabe el desconcierto entre tanta «oferta».

Pero las verdaderas perlas del Espíritu no se ocultan entre novedosas escuelas o técnicas comercializadas a golpe de promesas y dólares (o euros). Las verdaderas perlas del Espíritu cabe hallarlas entre las endurecidas valvas de todas las grandes Tradiciones Filosóficas y Espirituales de la Humanidad. Rebuscando en su interior es donde se puede hallar la semilla de oro que, oculta bajo capas y capas de dogmas, prohibiciones, teologías y rituales, nos transmite el legado de generaciones y generaciones de místicos de todas las razas y religiones. Esa semilla de oro es lo que se ha dado en llamar la Tradición. Y en la Tradición —como digo, presente en todas las grandes religiones de nuestro planeta—, se han venido transmitiendo durante milenios, diversos sistemas y técnicas muy específicos, toda una metodología sumamente concreta y efectiva, diseñada para llevar al buscador a los mismos estados de consciencia de los que hablaron sus místicos.

Entre esos representantes de la Tradición se encuentran los místicos sufíes. El Sufismo (Tasawwof) parece tener sus orígenes en Persia, en tiempos anteriores al Islam, en la tradición de la Yawánmardi; lo que Henry Corbin traduciría como «caballería espiritual». La tradición de la caballería se cimentaba en el código de conducta de los caballeros (Yawán mardán) — generosidad, altruismo, sacrificio, auxilio a los oprimidos y desamparados, compasión hacia las criaturas, mantenimiento de la palabra dada y humildad—, del que se nutrirían luego los ideales caballerescos medievales musulmanes y cristianos. Después, con la llegada del Islam a Persia (siglo VII), estos hombres, manteniendo la tradición de la Yawánmardi, la aceptaron como su religión, y el sufismo se fue desarrollando sobre los pilares del Islam y la caballería espiritual.

Las prácticas ascéticas de los sufíes de los primeros tiempos resultan sumamente cercanas a las de los ascetas maniqueos. Éstos llevaban una vida errante y eremítica, lejos de todo placer material, y en su búsqueda del reencuentro con su fin supremo, la Luz, daban gran importancia a los cantos y a la música. Saíd Naficy, en La Fuente del Sufismo en Iran, dice: «Los famosos Jánaqáh (centro de reunión de los derviches) del imperio otomano, llamados también záwieh y ribát en la España musulmana y en África del Norte, son réplica exacta de los centros maniqueos, denominados con ese mismo nombre persa». Por otra parte, la teosofía que se hallaba en la base de la tradición de estos caballeros, la hekmat-e Josrawáni (teosofía de los reyes, o teosofía atribuida a Kay Josro, rey y sabio de la antigua Persia), fue conocida más allá de las fronteras del imperio persa. Es una teosofía cuyos orígenes hay que buscarlos en las migraciones arias, pues formaba la base de las creencias de lo que se darían en llamar pueblos indo-europeos. Y si estudiamos los escritos de estos pueblos, la semejanza que existe entre ellos es tan asombrosa que tendríamos que deducir inevitablemente que el budismo, el sufismo y el platonismo son tres aspectos de una misma tradición expresados según la cultura, la lengua y la visión del mundo de cada uno de estos pueblos.

En la actualidad, el sufismo ha conocido un gran auge en los países occidentales, donde muchas de sus Órdenes, algunas con varios siglos de antigüedad, han establecido sus janaqáhes, y reciben discípulos procedentes de todas las religiones, sin establecer requisito alguno de conversión al Islam, algo que habla bien a las claras de su talante, nada dogmático y lejos de todo fanatismo religioso.






2. RUMÍ E IBN-ARABÍ

Si el Sufismo es uno de los principales exponentes de la Tradición dentro de las grandes Tradiciones Espirituales y Filosóficas de la Humanidad, Rumí e Ibn 'Arabi son dos de los más grandes exponentes del Sufismo. Rumí, enamorado de Dios y poeta sublime, uno de los más grandes poetas de todos los tiempos.

Ibn 'Arabí, enamorado también de Dios, como Rumí, pero quizás más filósofo que poeta, mereció con toda razón el título de Sheij al-Akbar, el más grande de los maestros.

Uno desde Persia, el otro desde Al-Andalus, ambos vinieron a encontrarse en Oriente Próximo en la primera mitad del siglo XIII. Uno desde Oriente, el otro desde Occidente, ambos hablaron del Amor y la Belleza en el Amado, del éxtasis y el rapto, de la visión beatífica y el arrobamiento. Ambos se entregaron a la embriaguez de los místicos, la embriaguez del Amor Divino, a la santa locura de los que en nada tuvieron a este mundo, ni siquiera al otro mundo, al paraíso, pues sólo anhelaban al creador de ambos mundos, al Amado.

Y ese anhelo, ese Espíritu quedaron patentes, se traslucieron y transmitieron a través de sus palabras, en sus poemas, en sus versos. Ese Amor arrebatador, esa locura de Amar, se desbocó apasionadamente en su poesía; poesía que exalta y eleva, que transporta más allá de lo humano y lo sensible, que te pone en manos del Amado con un estremecimiento profundo e inefable, dulce e indomable.






3. LA AUDICIÓN MUSICAL: EL SAMA'

Entre esa «metodología espiritual» utilizada dentro de la Tradición Sufí, la audición de música y poemas místicos —el samá'— ha ocupado un lugar muy importante a la hora de evocar o propiciar los estados interiores de encuentro o unión con la Divinidad. No en vano, la música —y la poesía— se ha manifestado siempre como un potente evocador de emociones, y la emoción —del latín emotio— significa «mover»; en nuestro caso, «mover» hacia la Divinidad.

El Dr. Javad Nurbakhsh, actual maestro de la Orden Sufí Nematolláhi, una importante y antigua orden sufí, dice al respecto del samá':

«El término samá' significa escuchar, pero en la terminología sufí tiene un sentido más profundo. Para los sufíes, samá' es escuchar con el oído del corazón versos y melodías armoniosas en el estado de rapto y de alejamiento de sí mismo. El samá', la audición, es la llamada de Dios, y su realidad, el despertar del corazón y su enfoque de atención en el Amado.
»El sufí, en el estado de samá', da la espalda a ambos mundos, y en el fuego del amor quema todo, excepto el único Real. El samá' aviva la llama del amor y, poco a poco, acerca a Aquel que habla y al oyente, hasta tal punto que se convierten en uno.
»El mundo Angélico (álam-e malakut) es el mundo de la hermosura y la belleza; y, donde hay hermosura y hay belleza, hay armonía. O, mejor dicho, todo lo que tiene ritmo y simetría tiene la nota de la armonía; y, por tanto, es un reflejo del mundo Angélico. Por eso, el samá' es una vía que conduce a este elevado dominio. La audición de poesías y de melodías armoniosas conduce —como dice la tradición profética: Dios es bello y ama la belleza— a los corazones de los sufíes hacia su presencia angelical y rompe, con la ayuda de las luces de Dios, la montaña del "Ser", liberando de obstáculos el camino para el enamorado sincero».

De este modo, el samá' se convierte en un poderoso instrumento en la búsqueda de la intimidad con Dios; un instrumento que, lejos de intereses comerciales y competiciones espirituales, se viene utilizando y ofreciendo desde hace siglos, quizás milenios, dentro de la Tradición de aquéllos que, arrobados en su éxtasis, afirmaron: «Dios es el Amado. Dios es el Amante. Dios es el Amor».






4. SUGERENCIAS PARA LA AUDICIÓN DEL SAMA'

En este disco se han agrupado los cortes musicales en dos grupos, en dos samá'. El primero, del corte 1 al 8 inclusive, está compuesto con poemas y músicas que responderían más a lo que los sufíes llaman estados de contracción, es decir, aquellos estados internos en los que el místico se siente desfallecer por la lejanía del Amado. Son estados donde el gnóstico experimenta la ausencia del Ser Amado y, de ahí, la tristeza y el pesar. Tras haber recibido Su beso con la primera manifestación de Su Presencia, el enamorado cae presa del amor y Su ausencia se convierte en doloroso trance y anhelo.

El segundo samá', del corte 9 hasta el final, está compuesto por poemas y músicas que responden mejor a los que los sufíes llaman estados de expansión. La expansión marca el gozo de la Presencia del Amado, el encuentro con Aquel con el que se anhela estar. Son estados de gozo, de rapto, de dicha profunda y agitación... Aunque tanto la contracción como la expansión desaparecen en el momento en que el místico alcanza la Unión y el anonadamiento en el seno del Amado, pues ahí se disuelve el «yo» y el «tú»... ya no hay otro sino Él.

Es un placer y un privilegio poder ofrecer este trabajo a todos aquellos buscadores sinceros —enamorados sinceros— que andan tantas veces a tientas en los senderos de lo Divino, tan llenos de desvíos y caminos muertos en nuestros días. Ha sido nuestro deseo poder ofrecerles un instrumento poderoso para el encuentro «cara a cara» con el Amado, un instrumento contrastado a lo largo de los siglos, transmitido y practicado por miles y miles de místicos de medio mundo en su anhelo de unión con Dios, la Verdad, la Vida, la Belleza, la Luz, el Ser... la Realidad.

Tan solo deseamos que Él lo disfrute... ésa será la señal de que el samá' cumplió su objetivo.

El samá', por naturaleza, es algo que se realiza en grupo (el grupo de los derviches, los sufíes), normalmente, con música y recitaciones en vivo. De ahí que sea esa la situación ideal, situación en la que debe haber presente un maestro (pir) o un sheij de la Tradición. Lo que aquí ofrecemos, no obstante, va a permitir una audición diferente, casi personalizada, si bien sería conveniente tener en cuenta algunas cosas.

Conviene escuchar el samá' a ser posible en grupo, en una actitud de profundo respeto y reverencia ante lo que se está realizando. No conviene escuchar el samá' por diversión. De no ser así, la audición del samá' resultaría un absurdo, y perdería todo su potencial evocador para la experiencia de intimidad con la Divinidad.

La audición individual también es posible, si bien no debe convertirse en un hábito ni en una huida de la realidad porque, entonces, perderá su sentido y su fin. Conviene practicarlo de vez en cuando, «para que la reverencia hacia él no se aleje del corazón», como dice el Dr. Nurbakhsh.

La actitud durante el samá' supone un total abandono de uno mismo, el olvido de sí para sólo tener en mente y en el corazón al Amado, a Dios. «Todos deben estar cabizbajos, absortos en el recuerdo continuo de Dios en el corazón, sin mirar a los demás, sentados como en la profesión de fe durante la oración ritual, teniendo todos el corazón con Dios».

Por último, sugerir un volumen suficientemente alto en el equipo de sonido como para apagar otros sonidos extraños que puedan provenir del exterior de la sala. Además, un volumen elevado puede favorecer aún más la inmersión en ese centro íntimo donde puede darse el encuentro con el Amado, siempre y cuando el exceso de decibelios no genere el efecto opuesto, al enervar a la persona e impedirle el olvido del aquí y el ahora.

En última instancia, indicar que el samá', para bien, para su práctica adecuada y máximo beneficio espiritual, debe ser practicado bajo la supervisión de un verdadero Maestro de la Senda, de un maestro perteneciente a cualquiera de las órdenes sufíes reconocidas desde antiguo. Si el oyente desea profundizar en estas prácticas, deberá recurrir necesariamente a aquéllos que las conocen y cultivan desde tiempos inmemoriales.

GRIAN (ANTONIO CUTANDA)