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Pneuma «Libro-discos y especiales» PN-770
2005
Poemas del Diwán de Shams de Tabriz de Rumí
y de El intérprete de los deseos
de Ibn Arabí
recitados en español sobre músicas de discos de Pneuma
Primer Samá‘
ESTADO DE CONTRACCIÓN
Desfallecimiento por la ausencia del Amado
1. Los que aman [1:48]
Rubayat de Rumí
Música: Tu presencia, (Inshád Laysa lilgayri), canto de
Al-Harráq, siglo XVIII
PN-650. Sufíes de Al-Andalus
2. El rayo oriental · Pleamar
[4:56]
Ibn Arabí
Música:
Dawr Tawíl. Rá l-barqa sharqiyyan. "El rayo oriental"
Dawr Basít. Qálat "Ajibtu li-Sabbin. "No te asombres"
PN-360. Ibn ‘Arabi. El intérprete de los
deseos
3. En mi fuego hiervo [2:58]
Rubayat de Rumí
Música: Aire del maestro Kasay. Modo Shushtari (Persia)
PN-550. Aire de Al-Andalus
4. Tus labios de granate ·
Partícula soy [5:54]
Rubayat de Rumí · Rubayat de Rumí
Música: Muchos reproches, (Muwwal Hiyáz al-Qabír),
canto de Al-Harráq, siglo XVIII
PN-650. Sufíes de Al-Andalus
5. Morada del llanto [4:43]
Diwán, parte II, gazál 402 de Rumí
Música: "Yá mudír al-Ráh" de la Nawba
Asbasayn
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings
6. La puerta del encuentro ·
Tristeza fiel [3:24]
Rubayat de Rumí · Rubayat de Rumí
Música: "Ah yá muddasin"
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings
7. Oh enamorados [6:23]
Diwán, parte II, gazál 766 de Rumí
Música: Muwwal, Buh bi-l-garámí, al-Harráq,
"Revela tu pasión",
PN-200. Misticismo
8. Concedió la Unión
[5:56]
Música: Yáda bi-l-Wisál,. Canto: "Concedió
la unión"
PN-200. Misticismo
Segundo Samá‘
ESTADO DE EXPANSION
El gozo de la Presencia del Amado
9. La oración del peregrino
[4:15]
Música:
1. Talbiya, Oración del peregrino Canto:
2. Al-Adhán. Llamada a la oración
PN-360. Ibn ‘Arabi. El intérprete de los
deseos
10. La religión del amor
[3:35]
Ibn Arabí
Música: "Dios guarde al cantor" lnshad Nawba Garibat al-Huseyn
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings
11. Todo tú · Cuando se
muestre mi amado [1:49]
Rubayat 385 de Rumí · Ibn Arabí
Música: "Ansioso por verte", Taqsím ‘úd
PN-650. Sufíes de Al-Andalus
12. No duermas · Estaba muerto
[8:06]
Rubayat de Rumí ·
Música: Quddam Sugl "Me reprocharon tu amor" · Moaxaja "Mientras
yo ocultaba el amor"
Cálamus El Esplendor de Al-Andalus 1994, M·A Recordings
13. Del amor procedemos · Eres mi rey
[4:49]
Ibn Arabí / Rubayat de Rumí
Música: Baños y aljibes
PN-170. Alarifes Mudéjares
14. El vino secreto [8:54]
Rubayat 13 de Rumí
Música:
1. Muwwál Sáhlí. Laqad Sára Qalbí.
"Mi corazón adopta todas las formas"
2. Mutaqárib. Li-Taybata Dhabyun. "Hay en Tayba una gacela"
PN-360. Ibn ‘Arabi. El intérprete de los
deseos
LA CIENCIA DEL AMOR EDUARDO PANIAGUA
1. PERLAS DEL
ESPÍRITU
3. LA
AUDICIÓN MUSICAL: EL SAMA'
GRIAN (ANTONIO CUTANDA)
Colección Poesia y Música • 1
La Ciencia del Amor
Tradiciones Espirituales de la Humanidad
PNEUMA - ALMUZARA
ALMUZARA
Director Editorial: Eduardo Paniagua
Diseño: Pneuma/Eduardo Paniagua
Maquetación: O'Micron/Susana Ordóñez
ISBN.: 84-96416-98-4
Depósito Legal: CO-1153-05
Hecho e impreso en España
Impresión: Proyectos Gasmath, S.L.
RUMÍ & IBN ARABÍ
ORIENTE & OCCIDENTE
Siglo XIII
Recitado en español: Grian (Antonio Cutanda)
Selección de poemas y música: Grian y Eduardo Paniagua
Arreglos musicales y adaptación literaria: Eduardo Paniagua
Reservados todos los derechos. 'No está permitida la
reproducción total o parcial de este libro y su CD, ni su
tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna
forma o por cualquier medio, ya sea mecánico,
electrónico, por fotocopia, por registro u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.'
© Pneuma
© Editorial Almuzara, s.l., 2005
"En las cadencias de la música hay un secreto escondido; si te
lo revelara, conmovería al mundo" — Rumí.
Bajo este nombre y desde la dirección de Pneuma se quiere
ofrecer al lector y al escuchante un diálogo de corazón a
corazón. La Ciencia del Amor tiene la vocación de ser una
Colección que nos acerque en habla hispana a los grandes poetas
místicos. El mensaje y sabiduría espiritual se presentan
engarzados en obras poéticas y musicales históricas de
fuerte impacto emocional.
El recitador, emocionado por la vivencia del mensaje de estos poemas,
quiere comunicar su estado anímico. La selección musical
que sirve de soporte al recitado pretende una sintonía emocional
y espiritual con el poema. Se ha cuidado la colocación de las
palabras pronunciadas entre los vacíos y los llenos
melódicos, a veces depositadas como si fuera en un lecho de
hojas secas, a veces sobre un cesto de rosas con espinas, a veces sobre
un almohada de algodón y seda.
Hemos realizado esta grabación sin prisas y con especial
cuidado, ofreciéndola a los sentidos exteriores y a los sentidos
interiores.
El riesgo es enorme:
- Poemas traducidos al castellano, misión casi imposible
(traducción equivale a traición), confiando en el calado
espiritual de los traductores elegidos.
- La trivialización y vanalización (sic) que se
pueda hacer de esta grabación.
- El rechazo o falta de sintonía con el estado anímico
que se ofrece.
Cada saber tiene su metodología de aprendizaje y las ciencias se
ordenan epistemológicamente según sus
características. Una Ciencia del Amor, (palabra
polisémica por excelencia) tiene más de poesía que
de rigor científico. El Amor, ¿se aprende o se acepta
como regalo?. Lo cierto es que en el amor al Amado han existido grandes
maestros espirituales. Rumí e Ibn Arabí son de los
más grandes.
En los poemas de Rumí descubrimos el saber místico
abierto a todos los conocimientos de su época. Creador del samá'
de los derviches giróvagos, fue un enamorado que
enseñó el amor. Por ello es nuestro primer maestro de la
Ciencia del Amor.
"Las diferencias de credo no le molestaban, nada le irritaba ni
enfadaba", dice Iqbal en el siglo XVI.
Rumí nace el 30 de septiembre de 1207 en Balj, Jurasán
(hoy Afganistán), y se forma dentro de la tradición
cultural persa. Su vida es una peripecia hasta que se instala a los 22
años en Konia. Su maestro le mandó siete años a
Alepo y Damasco, donde convivió sin duda con Ibn Arabí en
los últimos años de la vida de éste. A los 37
años conoció y se entregó a Shams de Tabriz,
derviche errante de 70 años de edad.
Podemos añadir nuestro título a su primer diálogo.
"¿Cual es el propósito del conocimiento?" (de la Ciencia
del Amor), preguntó Rumí. Respondió Shams: "El
conocimiento es lo que Ileva a su fuente".
Después de seis meses junto a Shams, su amigo y maestro, al
desaparecer éste, Rumí se hizo amante enloquecido de la
música, escuchando y bailando en éxtasis durante horas
como manifestación espontánea de la emoción,
dictando y escribiendo poemas al amigo Shams y al Amor divino en dos
planos simultáneos, dando salida al sufrimiento causado por la
separación.
El conocimiento es la ciencia del cuerpo, la visión es la
ciencia de la religión, el amor es la ciencia del Amor, "lo
que hace girar al mundo".
Para Ibn Arabí la poesía es vista por el "ojo interior" y
el corazón es el órgano capaz de percibir su
expresión y de mostrar su esencia.
Ibn Arabí nace en la Murcia andalusí de 1165 y se educa
en Sevilla. Viaja al Magreb y luego al Oriente donde se instala la
segunda parte de su vida, muriendo en Damasco en 1240.
Su obra es prolífica y fuente de inspiración del
pensamiento islámico, por ello es llamado el "Maestro
máximo". Para él la finalidad del hombre es conocer al
Creador, progresando por las estaciones espirituales y guiado por la
gracia, hasta lograr la restitución del hombre primordial, con
el corazón receptivo a toda manifestación de Dios. Como
expresa en sus poemas Ibn Arabí está abierto al
diálogo entre las diversas culturas y religiones.
Rumí en el Diván de Shams de Tabriz escribió
25.000 odas y 2.000 rubayats (poemas de cuatro versos en los que riman
el primero, segundo y cuarto, quedando libre el tercero).
"La música es el sonido de las puertas del paraíso al
abrirse". — Yalál ad-din Rumí
Desde hace unos pocos decenios, la llamada del Espíritu parece
haber encontrado cobijo en el corazón de muchas personas en los
países occidentales. Muchas de ellas, bien por no hallar
suficientes alicientes en las formas de culto «oficiales»,
o bien por no encontrar el paraíso que prometía una
sociedad de consumo materialista y tecnológica, han ido
derivando hacia distintas (y muchas veces caóticas) formas de
búsqueda interior que, a la postre, también han terminado
por convertirse en objeto de consumo. Así, se ha terminado por
dar origen a un «mercado espiritual» que no ha hecho
más que sembrar aún más si cabe el desconcierto
entre tanta «oferta».
Pero las verdaderas perlas del Espíritu no se ocultan entre
novedosas escuelas o técnicas comercializadas a golpe de
promesas y dólares (o euros). Las verdaderas perlas del
Espíritu cabe hallarlas entre las endurecidas valvas de todas
las grandes Tradiciones Filosóficas y Espirituales de la
Humanidad. Rebuscando en su interior es donde se puede hallar la
semilla de oro que, oculta bajo capas y capas de dogmas, prohibiciones,
teologías y rituales, nos transmite el legado de generaciones y
generaciones de místicos de todas las razas y religiones. Esa
semilla de oro es lo que se ha dado en llamar la Tradición. Y en
la Tradición —como digo, presente en todas las grandes
religiones de nuestro planeta—, se han venido transmitiendo
durante milenios, diversos sistemas y técnicas muy
específicos, toda una metodología sumamente concreta y
efectiva, diseñada para llevar al buscador a los mismos estados
de consciencia de los que hablaron sus místicos.
Entre esos representantes de la Tradición se encuentran los
místicos sufíes. El Sufismo (Tasawwof) parece
tener sus orígenes en Persia, en tiempos anteriores al Islam, en
la tradición de la Yawánmardi; lo que Henry
Corbin traduciría como «caballería
espiritual». La tradición de la caballería se
cimentaba en el código de conducta de los caballeros (Yawán
mardán) — generosidad, altruismo, sacrificio, auxilio
a los oprimidos y desamparados, compasión hacia las criaturas,
mantenimiento de la palabra dada y humildad—, del que se
nutrirían luego los ideales caballerescos medievales musulmanes
y cristianos. Después, con la llegada del Islam a Persia (siglo
VII), estos hombres, manteniendo la tradición de la Yawánmardi,
la aceptaron como su religión, y el sufismo se fue desarrollando
sobre los pilares del Islam y la caballería espiritual.
Las prácticas ascéticas de los sufíes de los
primeros tiempos resultan sumamente cercanas a las de los ascetas
maniqueos. Éstos llevaban una vida errante y eremítica,
lejos de todo placer material, y en su búsqueda del reencuentro
con su fin supremo, la Luz, daban gran importancia a los cantos y a la
música. Saíd Naficy, en La Fuente del Sufismo en Iran,
dice: «Los famosos Jánaqáh (centro de
reunión de los derviches) del imperio otomano, llamados
también záwieh y ribát en la
España musulmana y en África del Norte, son
réplica exacta de los centros maniqueos, denominados con ese
mismo nombre persa». Por otra parte, la teosofía que se
hallaba en la base de la tradición de estos caballeros, la hekmat-e
Josrawáni (teosofía de los reyes, o teosofía
atribuida a Kay Josro, rey y sabio de la antigua Persia), fue conocida
más allá de las fronteras del imperio persa. Es una
teosofía cuyos orígenes hay que buscarlos en las
migraciones arias, pues formaba la base de las creencias de lo que se
darían en llamar pueblos indo-europeos. Y si estudiamos los
escritos de estos pueblos, la semejanza que existe entre ellos es tan
asombrosa que tendríamos que deducir inevitablemente que el
budismo, el sufismo y el platonismo son tres aspectos de una misma
tradición expresados según la cultura, la lengua y la
visión del mundo de cada uno de estos pueblos.
En la actualidad, el sufismo ha conocido un gran auge en los
países occidentales, donde muchas de sus Órdenes, algunas
con varios siglos de antigüedad, han establecido sus janaqáhes,
y reciben discípulos procedentes de todas las religiones, sin
establecer requisito alguno de conversión al Islam, algo que
habla bien a las claras de su talante, nada dogmático y lejos de
todo fanatismo religioso.
2. RUMÍ E
IBN-ARABÍ
Si el Sufismo es uno de los principales exponentes de la
Tradición dentro de las grandes Tradiciones Espirituales y
Filosóficas de la Humanidad, Rumí e Ibn 'Arabi son dos de
los más grandes exponentes del Sufismo. Rumí, enamorado
de Dios y poeta sublime, uno de los más grandes poetas de todos
los tiempos.
Ibn 'Arabí, enamorado también de Dios, como Rumí,
pero quizás más filósofo que poeta, mereció
con toda razón el título de Sheij al-Akbar, el más
grande de los maestros.
Uno desde Persia, el otro desde Al-Andalus, ambos vinieron a
encontrarse en Oriente Próximo en la primera mitad del siglo
XIII. Uno desde Oriente, el otro desde Occidente, ambos hablaron del
Amor y la Belleza en el Amado, del éxtasis y el rapto, de la
visión beatífica y el arrobamiento. Ambos se entregaron a
la embriaguez de los místicos, la embriaguez del Amor Divino, a
la santa locura de los que en nada tuvieron a este mundo, ni siquiera
al otro mundo, al paraíso, pues sólo anhelaban al creador
de ambos mundos, al Amado.
Y ese anhelo, ese Espíritu quedaron patentes, se traslucieron y
transmitieron a través de sus palabras, en sus poemas, en sus
versos. Ese Amor arrebatador, esa locura de Amar, se desbocó
apasionadamente en su poesía; poesía que exalta y eleva,
que transporta más allá de lo humano y lo sensible, que
te pone en manos del Amado con un estremecimiento profundo e inefable,
dulce e indomable.
Entre esa «metodología espiritual» utilizada dentro
de la Tradición Sufí, la audición de música
y poemas místicos —el samá'— ha
ocupado un lugar muy importante a la hora de evocar o propiciar los
estados interiores de encuentro o unión con la Divinidad. No en
vano, la música —y la poesía— se ha
manifestado siempre como un potente evocador de emociones, y la
emoción —del latín emotio— significa
«mover»; en nuestro caso, «mover» hacia la
Divinidad.
El Dr. Javad Nurbakhsh, actual maestro de la Orden Sufí
Nematolláhi, una importante y antigua orden sufí, dice al
respecto del samá':
«El término samá' significa escuchar, pero
en la terminología sufí tiene un sentido más
profundo. Para los sufíes, samá' es escuchar con
el oído del corazón versos y melodías armoniosas
en el estado de rapto y de alejamiento de sí mismo. El samá',
la audición, es la llamada de Dios, y su realidad, el despertar
del corazón y su enfoque de atención en el Amado.
»El sufí, en el estado de samá', da la
espalda a ambos mundos, y en el fuego del amor quema todo, excepto el
único Real. El samá' aviva la llama del amor y,
poco a poco, acerca a Aquel que habla y al oyente, hasta tal punto que
se convierten en uno.
»El mundo Angélico (álam-e malakut) es el
mundo de la hermosura y la belleza; y, donde hay hermosura y hay
belleza, hay armonía. O, mejor dicho, todo lo que tiene ritmo y
simetría tiene la nota de la armonía; y, por tanto, es un
reflejo del mundo Angélico. Por eso, el samá' es
una vía que conduce a este elevado dominio. La audición
de poesías y de melodías armoniosas conduce —como
dice la tradición profética: Dios es bello y ama la
belleza— a los corazones de los sufíes hacia su
presencia angelical y rompe, con la ayuda de las luces de Dios, la
montaña del "Ser", liberando de obstáculos el camino para
el enamorado sincero».
De este modo, el samá' se convierte en un poderoso
instrumento en la búsqueda de la intimidad con Dios; un
instrumento que, lejos de intereses comerciales y competiciones
espirituales, se viene utilizando y ofreciendo desde hace siglos,
quizás milenios, dentro de la Tradición de
aquéllos que, arrobados en su éxtasis, afirmaron:
«Dios es el Amado. Dios es el Amante. Dios es el Amor».
4. SUGERENCIAS PARA
LA AUDICIÓN DEL SAMA'
En este disco se han agrupado los cortes musicales en dos grupos, en
dos samá'. El primero, del corte 1 al 8 inclusive,
está compuesto con poemas y músicas que
responderían más a lo que los sufíes llaman estados
de contracción, es decir, aquellos estados internos en los
que el místico se siente desfallecer por la lejanía del
Amado. Son estados donde el gnóstico experimenta la ausencia del
Ser Amado y, de ahí, la tristeza y el pesar. Tras haber recibido
Su beso con la primera manifestación de Su Presencia, el
enamorado cae presa del amor y Su ausencia se convierte en doloroso
trance y anhelo.
El segundo samá', del corte 9 hasta el final,
está compuesto por poemas y músicas que responden mejor a
los que los sufíes llaman estados de expansión.
La expansión marca el gozo de la Presencia del Amado, el
encuentro con Aquel con el que se anhela estar. Son estados de gozo, de
rapto, de dicha profunda y agitación... Aunque tanto la
contracción como la expansión desaparecen en el momento
en que el místico alcanza la Unión y el anonadamiento en
el seno del Amado, pues ahí se disuelve el «yo» y el
«tú»... ya no hay otro sino Él.
Es un placer y un privilegio poder ofrecer este trabajo a todos
aquellos buscadores sinceros —enamorados sinceros—
que andan tantas veces a tientas en los senderos de lo Divino, tan
llenos de desvíos y caminos muertos en nuestros días. Ha
sido nuestro deseo poder ofrecerles un instrumento poderoso para el
encuentro «cara a cara» con el Amado, un instrumento
contrastado a lo largo de los siglos, transmitido y practicado por
miles y miles de místicos de medio mundo en su anhelo de
unión con Dios, la Verdad, la Vida, la Belleza, la Luz, el
Ser... la Realidad.
Tan solo deseamos que Él lo disfrute... ésa será
la señal de que el samá' cumplió su
objetivo.
El samá', por naturaleza, es algo que se realiza en
grupo (el grupo de los derviches, los sufíes), normalmente, con
música y recitaciones en vivo. De ahí que sea esa
la situación ideal, situación en la que debe haber
presente un maestro (pir) o un sheij de la
Tradición. Lo que aquí ofrecemos, no obstante, va a
permitir una audición diferente, casi personalizada, si bien
sería conveniente tener en cuenta algunas cosas.
Conviene escuchar el samá' a ser posible en grupo, en
una actitud de profundo respeto y reverencia ante lo que se está
realizando. No conviene escuchar el samá' por
diversión. De no ser así, la audición del samá'
resultaría un absurdo, y perdería todo su potencial
evocador para la experiencia de intimidad con la Divinidad.
La audición individual también es posible, si bien no
debe convertirse en un hábito ni en una huida de la realidad
porque, entonces, perderá su sentido y su fin. Conviene
practicarlo de vez en cuando, «para que la reverencia hacia
él no se aleje del corazón», como dice el Dr.
Nurbakhsh.
La actitud durante el samá' supone un total abandono de
uno mismo, el olvido de sí para sólo tener en mente y en
el corazón al Amado, a Dios. «Todos deben estar
cabizbajos, absortos en el recuerdo continuo de Dios en el
corazón, sin mirar a los demás, sentados como en la
profesión de fe durante la oración ritual, teniendo todos
el corazón con Dios».
Por último, sugerir un volumen suficientemente alto en el equipo
de sonido como para apagar otros sonidos extraños que puedan
provenir del exterior de la sala. Además, un volumen elevado
puede favorecer aún más la inmersión en ese centro
íntimo donde puede darse el encuentro con el Amado, siempre y
cuando el exceso de decibelios no genere el efecto opuesto, al enervar
a la persona e impedirle el olvido del aquí y el ahora.
En última instancia, indicar que el samá', para
bien, para su práctica adecuada y máximo beneficio
espiritual, debe ser practicado bajo la supervisión de un
verdadero Maestro de la Senda, de un maestro perteneciente a cualquiera
de las órdenes sufíes reconocidas desde antiguo. Si el
oyente desea profundizar en estas prácticas, deberá
recurrir necesariamente a aquéllos que las conocen y cultivan
desde tiempos inmemoriales.